Diabetes Tipo 1

Signos clínicos o cardinales de la diabetes mellitus 1 en el niño y adolescente.

La diabetes es una enfermedad que puede aparecer desde los primeros días de vida, aunque lo común es que manifieste en edad escolar (entre los 8 a 12 años). En los últimos tiempos se ha observado un aumento de su frecuencia en la primera infancia, es decir entre los 2 y los 5 años.

Los síntomas para sospechar su presencia son:

Sed Intensa o Polidipsia Aumento de la cantidad
de orina o Poliuria
Aumento del apetito
o Polifagia
Pérdida de peso Cansancio Cambio de carácter

En los más pequeños (menores de 1 año) se puede observar un llanto continuo (aún luego de haberse alimentado bien), sed persistente y orina muy abundante que traspasa los pañales, poniéndolos pegajosos y pesados.

Recomendaciones

Todo niño con pérdida de peso o sed excesiva debe ser sometido a una serie de análisis clínicos que permitan descartar la Diabetes.

Entre ellos, están la Glucemia (dosaje de azúcar en sangre) en ayunas y post-prandial. El mínimo recomendable es la Glucosuria (dosaje de azúcar en orina) post-prandial (que se realiza a posteriori de la ingesta de alimentos).

Formas de presentación

Tiene tres claros estadíos para su manifestación:

• Período de comienzo: El paciente tiene síntomas cardinales intermitentes y glucemia normal en ayunas y post-prandial elevada

• Período de estado: El paciente tiene síntomas cardinales presentes y glucemia en ayunas y post prandial elevadas

• Período de Cetoacidosis o descompensación grave

Los estadíos descriptos precedentemente se puede confundir con:

• Trastornos emocionales, infección urinaria, otras infecciones, parasitosis (En el período de comienzo).

• Trastornos de la conducta alimentaria, diabetes insípida, otras formas de diabetes (En el período de estado).

• Peritonitis, meningoencefalitis, crisis asmática o neumonía (En el período de cetoacidosis).

Tratamiento de niños y adolescentes con diabetes mellitus 1.

Se requiere coordinar un equipo interdisciplinario, que suficientemente entrenado, pueda brindar los siguientes pasos:

Insulinoterapia, que se
practica rápidamente
una vez que tenemos el º
confirmado
correctamente e
indicado por el médico.
Monitoreo glucémico
diario, complementado
-según indicación
médica- con el de
glucosuria y cetonemia o
cetonuria.
Plan de alimentación
adecuado a edad y
género.
Plan de actividad física
disciplinada y
programada.
Educación diabetológica Apoyo psicoemocional

Las insulinas que utilizamos actualmente son:

• NPH Humana

• Análogos lentos: Glargina, Detemir o Degludec

• Análogos rápidos: Lispro, Aspártica o Glulisina

Las insulinas que mantienen la insulinemia basal constante durante las 24 hs, son la NPH en varias dosis diarias o los análogos lentos mencionados, algunos con una sola dosis por día.

Las insulinas de acción rápida reducen la Hiperglucemia post-prandial y tienen baja variabilidad en la absorción en el sitio de la inyección e interindividualmente minimizando las hipoglucemias.

Se aplican en forma subcutánea en piel de brazos, muslo, glúteos y abdomen; rotando –diariamente- los lugares de inyección, con lapiceras o jeringas adecuadas.

También se puede aplicar a través de infusores continuos subcutáneos de insulina, llamados bombas de insulina, que utilizan sólo insulina rápida.

El monitoreo glucémico diario (sangre) nos da la glucemia actual y al instante de lo que le pasa al individuo, de allí su importancia. Debe ser frecuente para favorecer un correcto control metabólico y evolutivo del niño o adolescente. Actualmente, se realizan de cuatro a seis controles por día, generalmente antes de las comidas.

El monitoreo glucosúrico (orina) refleja el promedio de glucemias de las últimas horas, y por ello es diferente a la glucemia actual que brinda el anterior. Se relaciona al concepto de umbral renal de la glucosa; si la glucemia es de 180 mg/dl o más, la glucosa aparece en la orina y es cuando la podemos medir en ella.

El monitoreo de cuerpos cetónicos se puede realizar en sangre (cetonemia) o en orina (cetonuria) con tirillas reactivas. Deben medirse cuando las glucemias sean de 250 mgr/dl o más, especialmente en situaciones de stress, enfermedad, uso de bombas de insulina, presencia de dolor abdominal o respiración dificultosa; y -a veces, por la mañana- para monitoreo insulinémico, aunque tengan glucemia normal.

Plan de alimentación

Los requerimientos de nutrientes para los niños y adolescentes con diabetes son similares a los de la población no diabética de la edad, dentro de un contexto de alimentación saludable.

El plan de alimentación será -en la mayoría de los casos- normocalórico, contemplando la proporción de un aporte diario de 50 a 55% de carbohidratos; distribuídos en cuatro comidas y algunas colaciones, en relación al esquema insulínico indicado. Se debe revalorar periódicamente por cambios en crecimiento, desarrollo y actividades.

La actividad física

Tiene una función beneficiosa en la regulación del control metabólico. Debe ser regular, individualizada, supervisada, de tipo aeróbica, evitando actividades solitarias. Es necesario educar al niño o adolescente, la familia y profesores de educación física acerca de la prevención y reconocimiento de reacciones hipoglucémicas para su tratamiento inmediato.

El apoyo psicosocial

Es recomendable al inicio de la enfermedad y en toda situación de crisis o pérdida. Puede ser individual, familiar o grupal. Es indispensable la participación de ambos padres en estas actividades.

El trabajo grupal puede tener distintas modalidades, según la edad de los pacientes, tiempo de evolución, situaciones especiales de la vida, presencia de complicaciones, entre otros.

Los campamentos o convivencias

Son útiles como medio de educación y conocimiento mutuo.

Los pacientes pueden colaborar en la elaboración de los programas de educación.

Depende del equipo tratante la frecuencia de concurrencia y la organización grupal.

¿Cuáles son los obejtivos de este tratamiento multidisciplinario?

Ellos son:

• Favorecer la vida normal del niño, evitando trastornos emocionales.

• Mantener el crecimiento y desarrollo, según el potencial genético y las posibilidades del medio ambiente.

• Evitar las complicaciones agudas (hipoglucemia, cetoacidosis).

• Prevenir o retrasar la aparición de complicaciones crónicas.

Dra. María Gloria Montagna de De Freijo
Número de Matrícula: 647