Por Rita Rodriguez.
Inicia un nuevo mes acompañado de fechas para conmemorar, tal como es el Día Internacional del Celiaco que se celebra cada 5 de Mayo.
Haciendo alusión a este día, nos pusimos en contacto con Guadalupe Cox, integrante del grupo de jóvenes de PANDiS, quien además de ser paciente diabético, también padece esta patología y nos permitió conocer un poco acerca del tema.
La familia de Guadalupe está conformada por Amelia Diez (su mamá), su hermana mayor Sofía (de 32 años), y su melliza Constanza (de 20 años); quienes son oriundos de la localidad de La Viña un pueblo ubicado sobre la RN68 (a mitad de camino a Cafayate).
Guadalupe nos cuenta que a los 3 años de edad le diagnosticaron diabetes, situación que golpeó muy duro a su mamá, ya que desconocía totalmente la enfermedad, era impensable tener que inyectar la insulina a una niña tan pequeña. Sin embargo dos meses después su hermana mayor también es diagnosticada con la misma patología y su mamá de a poco fue informándose para conocer más y pudo superar esta situación.
A los 6 años, Guada tuvo que enfrentar “otro mundo” (el de la Celiaquía): “Nos pasábamos de médico en médico, en hospitales y controles. Nos decían que era intoxicación”. Recuerda que vivía con el estómago inflamado y todos los síntomas propios de la enfermedad. Un día su mamá leyó un artículo de la Dra. Orsi del Hospital Italiano de Buenos Aires y con él se sintió identificada. La doctora se contactó con ella para realizarle estudios a Guadalupe, que indicaban que era celíaca; y comenzaron a tratarla.
Con cierta picardía la joven nos cuenta “Me costó mucho, quería comer todos los alfajores que tenia a la vista, incluso hasta que fui un poco más grande”. En el colegio, recuerda que era imposible no tentarse con las golosinas o en los cumpleaños negarse a la típica torta o comidas que le ofrecían –con harina- y reconoce que nadie lo hacía con maldad sino –simplemente- porque la gente desconocía de su enfermedad.
Durante los 11 años “tuve un desliz que me costó mucho superar… Prefería comer cosas dulces y con harina -sabiendo que me caerían mal-, antes que aceptar lo que me pasaba”… Nos cuenta que comenzó a sentir que esos hábitos no le hacían para nada bien y fue entonces, que decidió apuntar a la responsabilidad, el compromiso y asimilar estas afecciones que la acompañarían durante el resto de su vida.
Guadalupe reconoce que desde que decidió cambiar sus hábitos, todo mejoró. Con los cuidados y los controles necesarios, lleva una vida muy activa y no se limita de nada.
Actualmente, estudia Contabilidad en la UNSa (Universidad Nacional de Salta). Durante un tiempo vivió en Salta Capital, y los fines de semana preparaba cosas dulces para vender en las ferias para los turistas; actividad que le sirvió, ya que al volver a su pueblo la contrataron para trabajar en un restaurante local.
También practica deportes (hockey y vóley), pero su pasión es la danza folclórica, y fue parte del ballet “Alma, Vida y Folclore” a quienes acompañó a Mendoza y compitieron con el ballet de Tunuyán en la final de un certamen.
En La Viña –también- se realizan olimpiadas barriales, por lo que Guadalupe (solo por diversión) se unió a las clases de zumba junto a sus amigos, pero terminaron compitiendo y ganando un concurso en la localidad de Gral. Güemes.
En el 2019 participó de la elección de la reina del tabaco donde fue coronada princesa segunda del festival.
En los últimos años empezó a realizar sus controles en el Hospital Oñativia junto con su hermana mayor y fue en una charla que realiza PANDiS sobre temas referidos a la diabetes donde conocieron a Maritza. Allí, se acercaron a hablar con ella y pronto las integró al Grupo y desde entonces, participan de las reuniones, capacitaciones y eventos organizados por nuestra asociación.
Antes creía que era la única y se sorprendió al conocer son muchas las personas que padecen de Diabetes, y lo tomó como algo muy positivo, porque ya no se siente sola y puede compartir su experiencia con pacientes que viven exactamente lo mismo que ella.
“Mi mensaje es que no bajen los brazos. Es difícil al comienzo, pero siempre se mejora y más ahora que tenemos la posibilidad de contar con acceso a los insumos para la diabetes, y a productos aptos para celíacos en supermercados y negocios. Tenemos más apoyo en la sociedad para no sentirnos solos, ni “bichos raros”, que todo se puede llevar y que cuidándose un poquito todos los días van a tener resultados muy buenos, llevar una vida saludable, y -sobre todo- poder cumplir los sueños y metas que se propongan”.